A 35 años de la larga noche, Por Marcelo Melo

Marcelo Melo – Presidente Partido de la Victoria. Mercedes

El 24 de marzo de 1976 se produce el por todos conocido Golpe de Estado. No fue un golpe más. Se trató de un paso fundamental para modificar la estructura económica, política y cultural de nuestro país. No se hizo gratuitamente. Nos costó 30 mil desaparecidos. El deshuesamiento de la industria nacional en beneficio de la importación. El desfinanciamiento educativo y del gasto público que iba a manos de los más necesitados. La eliminación de todo espacio crítico al orden social capitalista y la impunidad de la violencia ejercida por los aparatos represivos.

Fue la larga noche. El oscurantismo al servicio de los intereses económicos y políticos de una clase dominante que no tenía otros medios sino la violencia para instaurar un modelo liberar con eje en el mercado para una administración social en detrimento del Estado Benefactor.

No fue casual. Latinoamérica lo sufrió. Países limítrofes nos lo atestiguan muy cerca de nosotros viviendo procesos similares con apoyo político, logístico y financiero de las denominadas potencias primer mundistas.

Argentina no volvió a ser la misma viendo finalizar el proceso de achicamiento del Estado en la década del noventa que sostuvo las mismas posiciones económicas, políticas y de mercado que la dictadura, pero, con una generación ya desaparecida no se necesitó implementar la fuerza.

No se hizo el golpe sólo desde el espacio militar. Debemos tener presente que medios de comunicación, sociedad civil, intelectuales, iglesia, entre otros sectores, dieron apoyo desde el espacio ideológico y político tan necesario como la violencia física.

Muerte. Golpe a la cultura. Reestructuración de la economía en pos del liberalismo y libre mercado. Desfinanciamiento del gasto público social no son pocas cosas. Treinta y cinco años después nos encontramos aún reconstruyendo el país y reinstalando los roles del Estado tan vapuleados. La cultura y la política nuevamente empiezan a ser respetadas. Mucho tiene que ver la actual gestión del Estado. Fue Néstor Kirchner quién se puso en jefe máximo de las Fuerzas Armadas y desde un enorme acto simbólico mandó a descolgar los cuadros de los dictadores. Acto simbólico con repercusión material en la cultura nacional. Ese día también fue un quiebre, pero, positivo. Aún nos gira en la retina.

Desde aquel entonces el Estado comenzó a reconocer que debía empezar a reparar lo realizado. Las Madres de Plaza de Mayo. Los Organismos de Derechos Humanos. Los Movimientos Populares. Actos, acciones y organizaciones que son parte de nuestra realidad recuperaron o encontraron el lugar que le corresponde.

Nunca más no es sólo una frase. Es un concreto de deseo y de continuidad. La actual gestión lo supo entender. Los organismos defensores de la vida también y juntos empezaron a trabajar en la nueva cultura nacional que ha empezado a dar frutos. Uno de ellos es la actual movilización juvenil que tiene una visión positiva y optimista del trabajo social y de la militancia que en general se hace desde las condiciones más difíciles e incómodas que podamos imaginar.

Empezamos a transitar en 2003 y lo seguimos haciendo el camino contrario a las políticas instauradas por la dictadura y su continuación en la década del noventa. Todavía falta mucho por realizar. Lo innegable es que se avanzó enormemente. Lo bueno es reconocer que falta porque, como sabemos, teniendo presente que queda espacio por recorrer es que continuamos en movimiento, motivados y con ganas de avanzar. El movimiento constante de una sociedad que se expresa.

Un nunca más bien alto y profundo que resuene en cada eco de la sociedad. Un nunca más en este año que se cumplen 35 del más fatídico proceso de Terrorismo de Estado desgraciadamente denominado Proceso de Reorganización Nacional.

Más que nunca un: “Nunca menos” y un “Nunca más”.

 

 

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