Un radical a la derecha

Por Luciano Demergasso
ldemer@educ.ar

La Unión Cívica Radical dio su máximo giro histórico a la derecha a partir de tres medias que unidas hacen una sola. Se distancia de los aliados históricos socialistas y progresistas encarnados en Binner y Stolbizer. Se une al representante del espacio del campo y empresarial De Narváez y suma como candidato a vicepresidente al ex menemista, duhaldista y hombre puro del establishment Javier González Fraga.

La clara apetencia de mostrarse distinto al gobierno y tras la caída del Mauricio Macri de su intento presidencial llevó a que Ricardo Alfonsín torciera la mano a los opositores e indecisos internos y gestara la tan anunciada y a la vez sorpresiva alianza con el peronismo no oficialista. Es una alianza versión 2011 entre radicales y peronistas que no van desde puntos en comunes a favor de una mirada de sociedad sino sólo en contra de alguien buscando sumar los votos de la derecha huérfana.

Esta alianza que busca votos de abajo hacia arriba, es decir, que De Narváez le sume a Alfonsín más que los que recibirá el diputado más silencioso del recinto. Compararla, como dice Sebastián Varceló en su artículo semanal con la realizada en el 98 es un error. Aquella tenía un perfil absolutamente progresista en los papeles por más conservadora y asesina que haya terminado siendo. La actual es ya desde su base misma conservadora y posicionada en pro del mercado con lo cual el resultado es anunciado. Antes al menos la duda estaba, ahora, ni eso.

El candidato a vicepresidente se opuso a la reestatización de las AFJP, se anuncia contrario a las retenciones, cuestiona los subsidios al consumo de gas, transporte y energía y sostiene la necesidad de recuperar el empréstito como fuente de financiamiento para reemplazar el dinero entrante a las arcas estatales vía impuesto a la renta extraordinaria de la exportación de materia prima. En otras palabras lo contrario al Estado de Bienestar y acoplado al Estado en su faceta neoliberal.

A todo esto Javier Torres, integrante de la UCR local, anuncia su beneplácito al acuerdo. Sostiene que unos son de centro izquierda y los otros de centro derecha, pero pueden convivir. Se da el lujo de citar a Lula como ejemplo de convivencia con la derecha tratando de gestar una de validación a lo construido y anuncia que no existe un “progresómetro”. Lamentablemente no es necesario tal instrumento pues basta con ver las medidas solicitadas históricamente tanto por De Narváez como por Fraga para sostener y afirmar que no están ni en la centro izquierda ni cerca del campo popular y si del campo en términos de acumulación de riquezas posados claramente en la derecha.

Por mucho que les pese y quieran disimular la decisión tomada es puramente electoral, ajena a los patrones históricos del partido y ejemplo de especulación. No se unen en pos de algo sino en contra de un estado de situación. En si no está mal estar en contra o críticamente posados, sin embargo, cuando eso es la totalidad del asunto el resultado puede ser nefasto para la población.

Lo que se ve son acciones que no dejan de continuar con el camino de decadencia que ha iniciado en la última década el partido centenario.

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