Una semana bien política…

 Por Luciano Demergasso y Sebastian Varceló

La actual gestión está haciendo resurgir, en un plano más alto, un Estado de Bienestar en la Argentina que la última Dictadura Cívico-Militar y Menem se propusieron y lograron destruir. Se están incorporando al Estado sectores claves: manejo de jubilaciones, intervención en áreas energéticas, aerolínea de bandera, acciones para democratizar la vida de los medios de comunicación, más presupuesto para la educación en todos sus niveles, leyes como el matrimonio igualitario, la modificación del código civil y más. El kirchnerismo pasará a la historia por devolver al Estado un rol central en la sociedad. El monopolio privado con “su” mercado no seguirá decidiendo como hace poco tiempo lo realizaba. Quién gobierne en el futuro tendrá en sus manos poderes claves para hacer un país mejor.

La Cámpora como vidriera

Los jóvenes que estuvieron presentes en el acto de Vélez del viernes pasado fueron mucho más que “La Cámpora” Había juventud sin partido, la Tupac Amarú, el Movimiento Evita, Movimientos sociales y barriales, Organizaciones no gubernamentales, la agrupación Miles, jóvenes secundarios y universitarios, el PJ, obreros y sindicatos, etc. No eran camporistas la mayoría. Los críticos y espantados por tantos jóvenes quisieron minimizar la realidad y la redujeron a sólo la Cámpora, aún siendo ésta una fuerte y significativa presencia. Lo real es que en cuanto a la adhesión La Cámpora es superada por otras fuerzas en casi todo el escenario nacional. Distinto es la gestión concreta en el Estado y en los diversos niveles de gobierno. Tengámoslo presente: los jóvenes provenían desde múltiples sectores. Ese es el gran activo con que cuenta el gobierno.

La Cámpora tiene alta presencia en los medios y ello ocurre, entre otras razones, por la cercanía de sus principales dirigentes con la Presidenta y su hijo, pero, el núcleo juvenil fuerte que acompaña esta forma de administrar el Estado tiene componentes de muchos otros espacios.

Moyano y su ausencia

La ausencia de Hugo Moyano en Vélez es un dato insignificante a esta altura. Los viejos peronistas, temerosos y negociadores eternos, ven ahí una debilidad y una equivocación presidencial en lo que llaman su cintura política. Moyano es un sindicalista que cumplió su rol como corresponde en décadas pasadas, pero, eso no significa sea eterno. Su afán de acumular poder para negociar lo hizo, tal vez, creer que era el posible futuro presidente de la Nación. Simbólicamente débil ante una sociedad que no gusta de sus formas calculó a destiempo sus apoyos políticos. Hoy se encuentra con un vacío de poder más grande del que cree. El movimiento obrero no es un bloque homogéneo y no es el único sector de poder, aunque, si, el más grande si se articulase, claro está. Moyano, ante su propia ambición, se va aislando poco a poco.

YPF

La gran apuesta del periodismo opositor es que dé pérdidas y se genere un descontrol de la compañía. Los primeros datos han sido favorables. El abastecimiento de combustible ha sido óptimo. Se aumentó la producción de los combustibles más baratos y de gas. Varias empresas internacionales ya manifiestan interés de invertir. México, por medio de sus legisladores, declaró que no cuestionará la decisión de expropiar por considerarla soberana y eso a pesar de contar con el 10% de Repsol en su haber. Nuestra ciudad, desde la intervención a la fecha, no ha visto en las estaciones de YPF faltantes como si en el pasado. Antes sólo se proveía de las naftas Premium para los sectores altos y sólo cuando las había. Si diera pérdida, algo posible, hay que evaluarla en el beneficio social global que traiga. Es, de ahora en más, un servicio social, además de una empresa. Nos queda ver si se cumple responsablemente con una administración profesional que dé frutos en el mediano y largo plazo. El senado ya otorgó su apoyo impecablemente mayoritario. La oposición fue, entonces, la de los medios y las grandes empresas, no la política, salvo, vale recordar, el solitario Macri

Los medios en el medio

Los medios de comunicación pueden, como se dice, meterse en el medio de nuestra claridad interpretativa de la realidad. Un clásico de la filosofía nos decía que dudar, dudar, dudar y dudar nos podía conducir a la verdad. Quizás no lleguemos a la “verdad”, pero, si, ante el actual mapa de medios en nuestro país debemos dudar y dudar de lo que nos dicen si es que queremos pensar la realidad con ojos más cercanos a los intereses sociales que los corporativos. Bienvenida sea la duda para que los medios no se nos “metan en el medio”.

 

 

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