Él si es Nisman

Por Claudia Landini

– Tiempo atrás narrábamos las aventuras del ex fiscal Alberto Nisman junto a la Embajada de Estados Unidos, donde, entre otras cuestiones, se disculpaba por las resoluciones que adoptaba la justicia Argentina o adelantaba los fallos antes de que lo conozcamos nosotros, los “nativos”.

Más datos sobre su accionar en la esfera pública se conocieron.

Recientemente se supo que pasó casi 9 años como fiscal de la causa AMIA sin vacaciones, sin que ello le impidiera viajar 59 al exterior acumulando 411 días, casi un año y medio, alejado de su tarea, para la cual tenía múltiples poderes y atribuciones.

Muchos de los viajes fueron declarados como “misión de trabajo”. ¿Lo eran? A la luz de los hechos se justifica la duda. También se supo que poseía cuentas en el exterior con co-titularidad de su madre y de Lagomarsino, quién le prestó el arma con la que se disparó la bala que le generó su muerte (Suicidio o asesinato, la justicia investiga) Esas cuentas deberán ser aclaradas ante la justicia dado que se duda si su patrimonio lo posibilitaba.

Ya se supo que gastos de viajes, nutricionista y otras futilidades eran solventados con dinero público. También que tenía una flota de Nextel y autos de la ex SI (Secretaría de inteligencia del Estado) y que manejaba un AUDI cuya titularidad era una empresa de norteamericanos. Todas irregularidades.

Nuestro fiscal en el año 2009 pasó 24 días en Estados Unidos seguidos 35 días en Españas continuados con 8 días en Brasil y 31 días en Uruguay equivalentes a más de tres meses. ¿Qué pista seguía en su investigación internacional? En 2010 pasó 48 fuera y en 2011 otros 100 jornadas de viaje. A pesar de todo ello su denuncia contra la presidencia se sustentó no en un sólido trabajo teórico-práctico sino en “escuchas” efectuadas por los servicios de inteligencia.

La curiosidad más grande, de todo esto, es que la familia alega que el fiscal no se tomó vacaciones y por ello solicita 1 millón de pesos en concepto de vacaciones no pagas equivalentes a 100 días trabajados.

Nisman merecía estar vivo. Por él. Por su familia. Por sus hijas. Y por todos nosotros, para que rinda cuentas de los vínculos con la Embajada, con la SI, por los viajes, los teléfonos, los gastos y más.

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