Carlos Agosti, a 39 años de su asesinato

Carlos nació  el 12 de agosto de 1956 en la ciudad de Mercedes, Provincia de Buenos Aires. Hijo de Rubén Agosti y de Ana María Britos de Agosti y hermano de  Jorge, Eduardo y Marcela.

Su infancia y su adolescencia transcurrió en un barrio céntrico de la ciudad natal, en calle 16 entre 17 y 19 y  luego en calle 17 entre 16 y 18.

Inició su educación pre-escolar en el Jardín de Infantes de la Av. 17 (actual Jardín 901), siguió sus estudios primarios en el Colegio Parroquial y los continuó en el colegio San Patricio de los sacerdotes palotinos, desde donde egresó terminando sus estudios Secundarios. Finalizada esta etapa se radicó en la ciudad de La Plata para estudiar la carrera de Psicología en la Facultad dependiente de la Universidad Nacional de La Plata. Allí militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP).

Fue asesinado por las fuerzas represivas el 22 de diciembre de 1976, en calle 51 entre 13 y 14 de la ciudad de La Plata, junto a otros militantes.

Lo recordamos destacando sus valores y virtudes, cualidades estas que distinguieron la esencia de su persona: era  un joven alegre, generoso y solidario; un militante íntegro y reflexivo, con honestidad intelectual y profundo compromiso social y político, que abrazó con dignidad, entrega y coraje una noble causa.

Carlitos siempre estará aquí, entre nosotros, con su luminosa sonrisa y eternamente presente en la memoria de sus familiares y amigos.

A un nuevo aniversario del asesinato de Carlos Agosti, por él y por los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos y asesinados decimos ¡PRESENTE! No olvidamos, sostenemos la memoria, reclamamos la verdad, luchamos contra la impunidad y exigimos juicio y castigo a todos los culpables.

Memoria, Verdad y Justicia

Comisión Municipal por la Memoria de Mercedes

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Un comentario en «Carlos Agosti, a 39 años de su asesinato»

  1. CIUDAD DEL DURAZNO
    A Carlos Agosti

    Un pueblo caluroso y tranquilo
    de siestas interminables
    de chismes y lenguas largas
    y un apellido que -hoy-
    infamia nuestra memoria/
    un pueblo ausente
    y despreocupado,
    una juventud infinita y feliz.
    Quiero decir;
    puede un árbol perfumado
    darnos sombra en un patio agradable
    y amarnos rutinariamente
    en nuestras piezas
    como manda el señor.
    Pueden aún, digo más
    darnos nuestras quintas
    una cándida e insospechada reputación,
    y la audacia de nuestros 15 años
    un desparpajo sin principio ni final.
    Sólo vez,
    algunos despiertan
    de este singular letargo
    y hoy ya no están.
    Tu lugar no está en el cementerio
    no que va.
    Con esa sonrisa ancha,
    con esa frente insolente
    con tus verdes años
    y tu fuego de amar…..
    reverdece cada agosto
    en la ciudad del durazno/
    su única razón de ser/
    su más perfumado
    azar.

    Oscar Dinova

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