El problema de la corrupción y la corrupción como problema

Por Lic. Julio Grella / 

Sin duda, en los últimos días se produjeron numerosas noticias (falsas y verdaderas) sobre citaciones judiciales, cuentas off-shore, escándalos en paraísos fiscales, descripciones detalladas sobre la vida personal de supuestos testaferros, entre otras. Sin embargo, a medida que se multiplican las voces y palabras relacionadas con estos temas terminan por silenciarse algunas preguntas interesantes, que es necesario recuperar. La corrupción es un tema complejo que es, generalmente, comentado desde las distintas especialidades.

Es así como tenemos un desfile diario de personalidades que pueden ofrecer argumentos sobre la legalidad y los procesos judiciales (de ello participarán abogados), posibles contradicciones entre esas acciones y la ética pública (para esto invitarán politólogos, intelectuales o figuras relevantes del debate público), descripciones detalladas sobre los montos y mecanismos utilizados para cometer los supuestos ilícitos (desfilarán economistas, contadores, especialistas en impuestos, etc.), y muchos argumentos más (en la voz del especialista de cada caso). Como decíamos antes, la corrupción es un tema que puede describirse desde muchas especialidades, pero, avanzando con lo que aquí se intenta decir, esa forma de abordar el problema tiene inevitablemente limitaciones serias. Para decir lo mismo con un ejemplo cotidiano sería como comentar una foto de un casamiento y que cada especialista comente lo que ve: así, habrá una modista que comente sobre la vestimenta; un decorador comentará los arreglos del salón; un cocinero hablará de la gastronomía, y así sucesivamente.

Al parecer no hay ningún problema en hacerlo, pero podríamos preguntarnos, ¿por qué estamos analizando fotos? En nuestro caso, ¿por qué estamos hablando de corrupción? Es evidente que estamos hablando de corrupción porque existe; con esto quiero decir, la corrupción existe como un fenómeno más de los sistemas sociales y de ninguna manera me estoy aventurando a afirmar algo sobre los escándalos de los últimos días. Eso está fuera del alcance de este artículo. Lo que intento proponer es que hablamos de un fenómeno social como la corrupción porque percibimos que esto es algo que ocurre; y por lo tanto, es elegido por los formadores de opinión como un tema de la “agenda”. Una vez aventurados en el debate de un tema tenemos variaciones en las formas en que debatimos ese tema y ya dijimos que los especialistas juegan un papel importante para “hacernos conocer” esos temas desde distintas perspectivas. La propuesta de este artículo es desafiar la especialización y no pensar la corrupción desde un ángulo en particular sino que trataremos de ubicar a la corrupción dentro del conjunto de problemas que tiene el desarrollo de una sociedad.

Estos problemas implican temas relacionados con el empleo, la industria, el comercio, las funciones del Estado, la calidad de los servicios públicos, la planificación educativa, entre otros. Una primera observación que puede realizarse es: “la corrupción es corrupción siempre y está en cada uno de esos problemas”. De esta manera, como podemos identificar a la corrupción como un problema “dentro de cada problema” es que podemos plantear que si no resolvemos ese “primer problema” no podremos resolver cada problema en particular. Pensada así, la corrupción se convierte en la “madre de todos los problemas” o una suerte de “pecado original” que debemos resolver primero y luego lo demás. Pensemos esto con un ejemplo. Dándole máxima relevancia a la corrupción y teniendo que plantearnos el problema de los precios de los productos en un supermercado podría ocurrir lo siguiente: no deberíamos plantearnos la forma en que los supermercados forman sus precios, ni cuáles son sus costos y  ganancias porque antes deberíamos analizar si algún empleado está cometiendo algún acto de corrupción, tal como quedarse con alguna diferencia en la liquidación de la caja o pagar sobreprecios en una modificación del local porque el gerente es primo del dueño de la constructora que contrató para realizar dicha modificación. Llegados a este punto, y teniendo a la corrupción como madre de todas las preocupaciones, el supermercado tendría precios más bajos, ofrecería mayor confort, las cajas sería más rápidas, etc. por el simple hecho de asegurar que no hay corrupción. Con un poco más de astucia en el razonamiento, diremos también que estará en mejores condiciones de competir por no tener corruptos, sin siquiera haber analizado la calidad de los productos vendidos, la publicidad, los costos, la ganancia, los precios, las facilidades de pago, etc. ¿Qué intento plantear con esto? De ninguna manera que la corrupción sea un problema menor ni irrelevante y que no deba ser juzgado (garantizando todas las instancias legales, procesales, etc. que contribuyen a sostener una mejor democracia), sino que siempre es necesario saber cuál es la importancia de la discusión que estamos teniendo. Llegados a este punto me aventuro con una primera conclusión que nos deja la historia (nuestra y de los demás países): ningún país logró desarrollarse haciendo de la lucha contra la corrupción su principal política de Estado.

Existen en nuestras bibliotecas públicas abundantes investigaciones que muestran que los países tienen mayor desarrollo si promueven su propia industria de alta tecnología, articulan relaciones de consumo que eviten la concentración y el abuso de los empresarios sobre los consumidores, organizan mecanismos de redistribución del ingreso, sostienen sistemas solidarios para otorgar medicamentos “sin costo” a sus jubilados y pensionados antes que por los éxitos que pueden mostrar en materia de lucha contra la corrupción. Sin duda, la lucha contra la corrupción es una cuestión pública pero no toda la corrupción es pública (ya que existe abundante corrupción entre privados), y los mecanismos legales para su esclarecimiento deben garantizarse, pero de ninguna manera debe ser la principal preocupación de una sociedad si el objetivo principal es el desarrollo de esa sociedad.

En una semana en la que los escándalos de corrupción fueron tapa y tema principal también asistimos a:

1) el condicionamiento del desarrollo del satélite Arsat-3 a requisitos difíciles de cumplir lo que implica un principio de paralización del desarrollo tecnológico nacional;

2) la reducción de los medicamentos provistos en forma gratuita por el Estado con muchas justificaciones formales pero pocas sobre la relevancia de los cambios que ya enfrentan a farmacéuticos con laboratorios internacionales y funcionarios del Estado perjudicando a los adultos mayores;

3) un nuevo capítulo en los despidos públicos y privados;

4) una nueva caída del consumo junto con la calidad de vida. Sería importante volver unos pasos atrás y plantearse, al menos para empezar, por el problema de la corrupción pero también por la corrupción como problema y qué país tendremos si mientras convertimos a la corrupción en nuestro problema principal se desmantelan proyectos que hacen al desarrollo y la calidad de vida de todos.

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Comentarios

Un comentario en «El problema de la corrupción y la corrupción como problema»

  1. Un excelente artículo donde se analiza con destreza el sopor con que los medios oficialistas y los propios gobiernos suelen adormecer a la gente de a pie para ocultar los grandes desaguisados que suelen cometer además de su propia corrupción. Felicitaciones al autor.

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