Arzobispo: «El Viernes Santo es un compromiso de Jesús»

En la tarde del Viernes Santo, el Arzobispo Jorge Eduardo Scheinig presidió la Acción Litúrgica de la Pasión de Nuestro de Señor Jesucristo en la Catedral Metropolitana de Mercedes. Compartimos su homilía. Asimismo se recuerda que el Arzobispo este sábado 11 de abril en la misma Catedral de Mercedes, presidirá la Solemne Vigilia Pascual a la hora 21 y el Domingo de Pascua 12 de abril a la hora 19, en la Basílica de Luján. Las celebraciones religiosas de podrán ver y oír a través de los medios televisivos, radiales y digitales. (VER AQUI)

«El Viernes Santo es un compromiso de Jesús que abraza a los crucificados y nos invita a nosotros a hacer lo mismo» Viernes Santo 10 de Abril 2020. Homilía en la Acción Litúrgica de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. +Jorge Eduardo Scheinig. Arzobispo de Mercedes- Luján. Catedral Metropolitana Basílica Nuestra Señora de las Mercedes:

«La Pasión de Jesús es la consecuencia lógica de una vida apasionada, de un amor apasionado. No es un desenlace fatal, es una vida apasionada, que de alguna manera es lógico que termine así con pasión. Es una crónica de una muerte anunciada.
Ya los profetas como leímos en la Primera Lectura, hablaban de alguien que debía padecer, sufrir.
La Pasión de Jesús es la consecuencia de un hombre coherente, un hombre auténtico, de alguien que tiene un mensaje contundente, que molestaba. De hecho son las autoridades religiosas las que deciden matar a Jesús. Su mensaje es un mensaje molesto. Decidieron matarlo, sacarlo del medio.
Pero también la Pasión de Jesús es una opción de Él. Él desea entregarse, entregar la vida. Deciden matarlo, pero antes hay una decisión de Él de entregar la vida. Porque Jesús es consciente que su misión es fundamental para la historia del mundo, hay un antes y un después. Él sabe que en esa entrega se está jugando no sólo su vida, sino la historia del mundo. Jesús sabe que esa entrega es una entrega distinta.
La Cruz es un horror, esa Cruz. La Cruz de Jesucristo tiene un peso de Mal, de horror, como pocas cruces. En esa Cruz está condensado el Mal, las cruces del mundo. Ahí están las guerras, que son un sinsentido, el hambre del mundo, la trata de personas, la esclavitud. En esa Cruz están los torturados, los que sufren injusticias, ahí están los femicidios, los niños abusados, ahí están los que no tienen tierra, techo, los que no tienen trabajo. Ahí está el mal que sufren los hombres. Ahí está la mentira, el odio. Esa cruz de Jesús es la que carga el mal. ¿Por qué Jesús va a la Cruz? ¿Por qué quiere entregar su vida en la Cruz?
Además de ser un lugar de tortura, era el lugar considerado de los malditos, porque nadie podía tener a Dios en su vida y terminar crucificado.
Es un mal físico, psíquico, moral, religioso. Es un mal serio. ¿Por qué Jesús va a la Cruz?¿Por gusto? Puede haber un amor apasionado que le guste la cruz. ¿Por resignación, porque no le queda otra? ¿Qué sería el amor si es resginación? ¿Qué tipo de amor es el que se resigna? ¿Por qué la cruz? Jesús va la Cruz, no por la cruz, sino por los crucificados.
El amor de Dios que es un amor apasionado, busca muchas formas de salir a nuestro encuentro. Ir a la Cruz, abrazar a los crucificados, es un amor hasta el extremo. Jesús va a la cruz por los crucificados del mundo, de la historia. Va a abrazar a los crucificados, que son la mayoría del mundo, de la historia, y que en algún momento somos todos. Uno sabe que en la Cruz se encuentran hermanas y hermanos nuestros descartados, abandonados de la vida y a veces hasta parecen, abandonados de Dios.
Jesús va a la Cruz para asociarse, para entrar en comunión, para abrazar a aquellos que sienten el abandono y decirles: “Dios no te abandona”.
Que Jesús vaya a la Cruz significa que el mundo tiene la seguridad de que Dios abraza a los crucificados. En la Cruz están los crucificados, está Jesús y ahí entonces hay una revolución de la ternura, diría el Papa Francisco. El amor de Dios es pura ternura, y al abrazar a los crucificados se vuelve entonces un amor que revoluciona, que cambia la lógica del mundo. Porque si Dios va a abrazar a los crucificados, los últimos son los primeros. La Cruz de Jesúes es una luz nueva para el mundo. En la Cruz hay una sabiduría, una lógica distinta. La ternura de Dios revoluciona nuestra manera de pensar, nuestros criterios, los cambia. Los últimos son los primeros.
Dios cambia la historia y aquellos que parecen ser los menos, empiezan a ser los más. En el Reino la lógica que pone Jesús crucificado es otra.
En este Viernes Santo, en este momento de la historia tan intenso, tan denso (donde hay más de 100.000 muertos por el coronavirus en el mundo), donde compartimos lo frágiles que somos, lo vulnerables que somos, lo pobres que somos, se nos invita a descubrir que toda vida es valiosa: la del niño por nacer, la del anciano solo, la de la mujer humilde, pobre, la del joven que está en nuestras esquinas drogándose. Toda vida es valiosa. Jesús en la Cruz nos invita a descubrir que no hay vida que no sea valiosa.
El mundo que tenemos que enfrentar es un mundo muy complejo. En estos días venimos escuchando cómo va cambiando el pensamiento. Al principio de todo esto, se nos decía Vida o Economía. Y uno escuchó a algunos líderes del mundo diciendo economía. Hoy todos sabemos que no es una cosa o la otra, es Vida y Economía, porque es vida y trabajo, vida y oportunidades, vida y posibilidades. ¿Qué tipo de economía? Uno escucha a algunos que es posible que piensen algún tipo de economía desde aquellos que tienen oportunidades, Una economía que tal vez se basa más en la acumulación y en la especulación.
La sabiduría de la Cruz que privilegia toda vida, especialmente a aquellos que son los últimos, nos invita a una economía de comunión, de solidaridad, de distribución justa de los bienes del mundo.
El Viernes Santo es para nosotros un compromiso de vida auténtica; los cristianos estamos invitados a asumir la sabiduría de la Cruz. Esto significa jugarse la vida con autenticidad. El Viernes Santo no es un viernes de lamentación. Es un Viernes de compromiso con Jesús que abraza a los crucificados y nos invita a nosotros a hacer lo mismo. El Viernes de la Pasión es un antes y un después.
Nosotros sabemos que el dolor, el sufrimiento humano, es un misterio y este misterio, Jesús lo hace luminoso. No misterio oscuro. La Cruz para nosotros no es misterio de oscuridad, sino de Luz, porque es misterio de amor. No hay nadie que en su dolor más profundo, pueda sentirse abandonado por Dios. Porque el abrazo de Dios es tan fuerte, que nadie en la cruz puede sentir que no es valioso. El Viernes Santo nos invita a apostar a esta manera de vivir que tiene Jesús.
Jesús es el del Jueves, el de la Cena con sus discípulos. Y también el que va a la Cruz. No podemos elegir otro camino, queridos hermanos. Y es un camino de coherencia luminosa, de autenticidad luminosa».

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