Practicar la sonrisa con la ayuda de Cuentos e Historias

Por Oscar Dinova – Invitado por la Maestra Patricia Bojorge, estuvimos dando una Charla-Taller en el 4to Año de Primaria de esa bella institución. El viernes 12 fue la cita. La ocasión; las jornadas de lectura bonaerenses. El motivo profundo; llevar mis historias narradas a un hermoso grupo de alumnos que acompañó la iniciativa con entusiasmo y algarabía.

Primero, las presentaciones, puño cerrado, miradas cómplices y dicharacheras y enseguida estamos contando mis recuerdos escolares en San Patricio y la inefable y querida figura de Andrés Bonnie Quinn que nos pintó una época maravillosa, donde un rector apasionado del fútbol tocaba las campanas en un inolvidable triunfo de Independiente. Tal como lo testimonia; El Alma del Diablo en Cuentos del Abuelo.

Luego, nos acercamos al tema que los chicos esperaban; ¡las mascotas! Y qué mejor para entrar en tema que traer una vez más a la entrañable estampa de Lobo y sus anécdotas inolvidables en el Cuartel de Bomberos de Mercedes, allá, hacia fines de la década del ´60. Emoción y sonrisas al por mayor.

Finalmente, era el turno de Negrita, mi querida mascota de Una Perra de Mil Años, (libro de Cuentos editado recientemente), con sus enternecedoras anécdotas de la niñez, una época de magia pura donde la imaginación infantil reemplazaba todas las carencias materiales y los afectos nutrían nuestros corazones con “amigos para siempre”.

Así, la vimos llegar un día y la bautizamos con un nombre simple y cortito, como su colita… luego los chicos se divirtieron a más no poder escuchando una aventura de “conboys” donde Negrita atrapaba a un malvado bandolero que no era otro que mi tío que llegaba para traer la leche del campo. Fantasías de la mejores.

Y dejamos para el final al rescate increíble que Negrita hiciera de su fiel amiga; la tortuga Chirola. Angustia, ansiedad, los latidos se aceleran, ¿logrará Negrita salvar a su fiel compañera? ¿podrá traer a ese pequeño anfibio perdido en la interminable cueva del conejo?

Un aplauso cerrado que hizo temblar el salón festejó el final feliz de la historia y para coronar ese buen momento los chicos que se levantan apresurados a traerme sus dibujos. Habían estado recreando la escena mientras yo la transmitía en la lectura. ¡¡Increíble!!

Terminamos esa mañana de cuentos, historias y emociones, dejando la donación personal de un lote de libros para la biblioteca escolar de la Escuela Normal; el colegio donde mi madre alguna vez fue tan feliz, y donde yo pasé una jornada maravillosa.
¡Volveremos! Es promesa, traeremos más anécdotas, travesuras y Cuentos.
¡La sonrisa contagiante, las ganas de saber y aprender y los dibujos, les pertenece a ustedes!

Oscar Dinova: Textos y narración
Fotos: Diana Manos

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