El gobierno de Milei, al igual que el de Macri, no para de endeudar al país. Deuda que deberán pagar varias generaciones y que no está siendo utilizada para el crecimiento del país, sino para el pago de más deuda y para la «fuga» de capitales al exterior, en un círculo vicioso negativo para el país.
En una carrera contra el tiempo para cubrir los 4.500 millones de dólares que vencen en enero, Luis Caputo oficializó el regreso de Argentina a los mercados financieros. Sin reservas líquidas suficientes, la estrategia oficial depende de nueva deuda al 6,5% y de un préstamo bancario que aún se negocia.
El gobierno nacional confirmó este viernes una medida que marca el fin de la pausa en el endeudamiento externo: Argentina vuelve a tomar deuda. La decisión, anunciada por el ministro de Economía, Luis Caputo, no es optativa, sino que responde a una necesidad imperiosa de liquidez ante el inminente y abultado calendario de pagos que el país debe afrontar a principios de 2026.
Con las reservas del Banco Central bajo presión, el Palacio de Hacienda se vio forzado a lanzar un nuevo bono en dólares a cuatro años, con una tasa del 6,5%, bajo legislación local. La licitación, prevista para el próximo miércoles, busca recolectar los dólares que hoy faltan en las arcas del Estado para cubrir los compromisos de enero.
Una maniobra para ganar tiempo
El reconocimiento del ministro fue crudo: la nueva deuda se utilizará para pagar deuda vieja. «Estamos volviendo con un bono a cuatro años para cubrir una parte del vencimiento de enero», admitió Caputo. Ese mes, el Estado debe desembolsar 4.500 millones de dólares, una cifra que hoy representa una barrera crítica para la estabilidad financiera del programa económico.
La gravedad de la situación obligó al equipo económico a dividir la estrategia de supervivencia en dos frentes. Por un lado, esta emisión de bonos bajo ley argentina —una vía utilizada para eludir el paso por el Congreso que exigiría la legislación extranjera debido a la Ley Guzmán—. Por otro, la dependencia de los bancos privados: el gobierno negocia a contrarreloj un préstamo tipo REPO.
Incertidumbre sobre el financiamiento final
Si bien Caputo intentó llevar calma mencionando ofertas de bancos por hasta 7.000 millones de dólares, la letra chica del acuerdo aún no está cerrada. «No sabemos cuánto le vamos a tomar a los bancos», confesó el funcionario, dejando entrever que la arquitectura financiera para pasar el verano aún está en construcción.
El regreso a los mercados con una tasa del 6,5% se presenta como un «éxito» relativo en comparación con las tasas que convalidaron recientemente Santa Fe (8,10%) y la Ciudad de Buenos Aires (7,8%), pero no oculta el problema de fondo: la Argentina no genera hoy los dólares genuinos necesarios para desendeudarse y debe recurrir nuevamente al rollover (refinanciamiento) para no caer en cesación de pagos.
La maniobra expone la fragilidad del esquema actual frente a los compromisos internacionales y abre interrogantes sobre la sostenibilidad de esta nueva etapa de endeudamiento en un contexto económico que no admite margen de error.
