Con la llegada de las celebraciones de navidad y fin de año, diversas organizaciones sociales y autoridades locales han renovado el pedido a la comunidad para no usar el uso de pirotecnia sonora, apelando a la solidaridad y la convivencia ciudadana.
Lo que para algunos es un instante de luces y estruendos, para otros representa una situación de sufrimiento y angustia extrema. El impacto de las explosiones afecta de manera directa a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad:
- Personas con discapacidad: Especialmente aquellas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) o hipersensibilidad auditiva, para quienes los ruidos imprevistos pueden generar crisis de ansiedad, dolor físico y desorientación.
- Adultos mayores: La exposición a sonidos de alto impacto puede provocar taquicardia, estrés y alteraciones en cuadros de salud preexistentes.
- Veteranos de Malvinas: Los estruendos suelen actuar como disparadores de recuerdos traumáticos, afectando su bienestar emocional y psicológico.
- Animales: Su capacidad auditiva, mucho más sensible que la humana, los expone a niveles de pánico que pueden derivar en huidas desesperadas, accidentes o paros cardíacos.
El compromiso es de todos
Se transformar la manera en que festejamos, promoviendo el uso de pirotecnia lumínica sin sonido o, preferentemente, la eliminación total de estos artefactos. El objetivo es claro: que el brindis sea un momento de alegría compartido por todos, sin que la diversión de unos signifique el padecimiento de otros.
«Más luces, menos ruidos» es la consigna que invita a reflexionar: la verdadera celebración es aquella donde nadie sale lastimado.