Sin árboles es difícil subsistir

Por Cristián Frers* “Hoy he plantado un árbol…como quien construye un templo. Vendrán los dioses a habitarlo…si les place”

 

Los árboles son fuente de vida. No solo en lo que le corresponde a los ecosistemas naturales, sino también para la supervivencia del ser humano. Su uso para alimentarse, calentarse y construir un sinfín de objetos supone una explotación que, entre otros factores, dispara la deforestación y, con ella, la destrucción del hábitat.

Desconocemos en qué momento de la historia de nuestra civilización el hombre sembró su primer árbol, consciente de los servicios y múltiples beneficios que estos aportan a la humanidad: filtran el aire y producen oxígeno, aportan alimento, refugio y combustible, son materia prima para la fabricación de materiales y construcción de viviendas, previenen la erosión del suelo, favorecen las lluvias o combaten el cambio climático, entre muchísimos otros. Y todo por el módico precio del beneficio del tiempo.

La deforestación o tala de árboles es un proceso provocado generalmente por la acción humana, en el que se destruye la superficie arbolea. ​ Está directamente causada por la acción de las personas sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas o quemas realizadas por la industria maderera, así como por la obtención de suelo para la agricultura, minería y ganadería. La deforestación arrasa los bosques y las selvas del planeta de forma masiva causando un inmenso daño a la calidad de los suelos.

Argentina es uno de los países que ha mostrado una mayor tasa de deforestación en los últimos años. , casi un tercio de los desmontes son ilegales y ocurren en zonas que deberían estar protegidas de acuerdo a la Ley de Bosques, que no se respeta ni se hace cumplir por las autoridades provinciales de las respectivas jurisdicciones. Datos oficiales confirman que, desde la sanción de la Ley de Bosques (año 2007) hasta fines de 2017 se deforestaron 2,4 millones de hectáreas, de las cuales más de 750 mil eran bosques protegidos.  En la Provincia de Santiago del Estero se desmontaron 32.691 hectáreas, de las cuales más de la mitad (22.441 hectáreas) eran bosques protegidos. En la Provincia de Formosa se deforestaron 28.269 hectáreas, de las cuales 562 hectáreas eran bosques protegidos. En tanto en la Provincia de  Chaco se desmontaron 27.162 hectáreas, de las cuales 13.749 hectáreas eran bosques protegidos y en Salta se deforestaron 24.130 hectáreas, de las cuales 4.843 hectáreas eran bosques protegidos.

La soja transgénica, la ganadería intensiva y la especulación inmobiliarias son las causas de que esta frontera crezca, en detrimento de los servicios ambientales de los bosques, las consecuencias de la desaparición de estos territorios verdes son las inundaciones, aludes y la expulsión de pueblos originarios y campesinos que tienen allí su modo de vida. Resulta evidente que las multas no son suficientes para desalentar la deforestación en zonas protegidas y que, salvo unas pocas excepciones, no se reforestaron los bosques desmontados ilegalmente.

Las políticas inversoras deben tener como finalidad atraer las inversiones nacionales, de las comunidades locales y extranjeras para las industrias sostenibles de base forestal, la reforestación, la conservación y la protección de los bosques. Las autoridades buscan soluciones para frenar el desmonte de bosque y selvas, en los últimos meses se ha puesto en marcha  un proyecto piloto contra la deforestación que incluye el control de la explotación maderera, la introducción de ganadería sin destruir el monte y el respaldo a las comunidades rurales, a través del Ministro de Ambiente Sergio Bergman y sus áreas de influencia.

Sin los bosques, tendríamos mucho menos oxígeno disponible. Esto es debido a que los árboles (y todas las plantas verdes) usan un proceso llamado fotosíntesis, durante el cual toman dióxido de carbono y, como un sub-producto, liberan oxígeno. Las plantas respiran dióxido de carbono, como los seres humanos respiramos oxígeno. Ha habido un equilibrio entre especies que eliminan dióxido de carbono y toman oxígeno, y especies que toman dióxido de carbono y exhalan oxígeno. Este equilibrio ha estado siendo trastornado desde el siglo XIX. Los combustibles fósiles, como el petróleo, producen dióxido de carbono cuando son quemados por lo que el nivel del dióxido ha estado aumentando dramáticamente desde entonces. Desgraciadamente, este gas, en grandes cantidades, actúa como un aislante y mantiene el calor cerca de la superficie de la Tierra; esto es lo se conoce como Efecto Invernadero.

La protección de los bosques no significa únicamente salvar muchos árboles; es preservar un proceso vital que se inició hace millones de años.

 

*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).

 

 

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