¿Qué está sucediendo con las energías renovables en Argentina?

Por Cristián Frers* – Son fuentes de energía limpia, inagotable y competitiva. Se diferencian de los combustibles fósiles, principalmente en su diversidad, abundancia y potencial de aprovechamiento en  cualquier parte del planeta;  sobre todo no producen gases de efecto invernadero -causantes del cambio climático- ni emisiones contaminantes. Además, sus costos descienden en forma sostenida, mientras  la tendencia general de costos de los combustibles fósiles es lo opuesto, al margen de su volatilidad.

La energía es un elemento central del desarrollo. Sin ella, las comunidades viven en la oscuridad, los servicios esenciales como los establecimientos médicos y educativos se ven seriamente afectados y las empresas operan bajo graves limitaciones. La energía hace posible las inversiones, la innovación y las nuevas industrias, que son los motores de la creación de empleo y del crecimiento económico. El acceso universal de energía  a un nivel posible, confiable y verosímil  constituye el eje de los esfuerzos para hacer frente al cambio climático.

Nuestra principal fuente de energía en la actualidad  es una de las más contaminantes del mundo. La quema de gas, combustible o carbón para producirla es una de las principales causas del calentamiento global, porque  generan inmensas cantidades de dióxido de carbono, -el principal gas de efecto invernadero-.

La posibilidad de dejar de depender de  estas fuentes no renovables se presenta como una gran oportunidad con el fin de reducir costos energéticos; la apuesta redunda en un mayor cuidado del ambiente.

Las mismas  llegaron a la Argentina con un gran atraso respecto del desarrollo de la industria en otras partes del mundo.

Este año, su participación  en la provisión de la demanda eléctrica nacional llega a 4,8 % y, si bien el avance de este índice se aceleró en los últimos tiempos, aún se está lejos del 12 % de participación que la Ley de Energías Renovables, Ley 27.191,  fijó como meta a cumplir el último día de este año; se estima que para entonces se llegará al 8%, -sólo una impresión- muy lejos del 20 % que se estableció para el año 2025.

Se  impulsaron distintas medidas para dar continuidad al proceso. Se promocionó la industria local, incentivando fiscal e impositivamente  aquellos proyectos que tengan mayor contenido nacional en su obra y equipamiento. Se estructuraron licitaciones de menor envergadura con las distribuidoras para aprovechar la capacidad eléctrica disponible.

No obstante, se requieren mayores obras a fin de dar impulso al desarrollo a largo plazo de generación, que son a la fecha el cuello de botella de las energías.

Las medidas para moderar los efectos del CAMBIO CLIMÁTICO, que asumió el país en el Protocolo de París, junto a los otros países adheridos de reducir la emisión de gases efecto invernadero, como el Dióxido de Carbono, es una de las principales medidas de la generación limpia.

Un pantallazo sobre la realidad con los otros países muestra que la Argentina sigue retrasada. Chile tiene 18% de su matriz energética cubierta con Energías cambiables; China, 26%; Estados Unidos, 18%; Australia, 72%; Bélgica, 18, y Noruega, 99%.

La Argentina tiene todas las condiciones para avanzar en este tipo de energías: fuertes vientos en la Patagonia y el centro del país, sol y fotovoltaicos en el centro y en el norte, y biomasa en el noreste argentino.  Se puede innovar con ellas en todo el país con perspectivas de rendimiento muy alto.

Queda en claro, entonces, que las energías sustentables se resumen en desarrollar políticas públicas acordes, que otorguen a la industria nacional el marco adecuado para desenvolver sus capacidades y transformar las oportunidades  en una realidad.

 Diariamente seguimos los avances  tecnológicos que nos acercarán  más al reemplazo definitivo de éstas. La disponibilidad energética de sus fuentes es mayor que las fuentes de energía convencionales, y sin embargo, su uso es escaso.

El desarrollo de la tecnología, el incremento de la exigencia social y los costos más bajos de instalación y rápida amortización impulsan a un mayor  uso de las fuentes de energía de origen renovable en los últimos años.  Esperemos que  así sea.

*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).

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