Juan Manuel de Rosas regresaba al país luego de 137 años de exilio

Por Instituto Juan Manuel de Rosas de Mercedes – En estos días (30 de septiembre y 1 de octubre) se cumplen 27 años del regreso al país de los restos mortales de Juan Manuel de Rosas. Vale decir, luego de 112 años de reposar en tierra inglesa, quien fuera el jefe de la Confederación Argentina volvía a nuestras costas en 1989. Dejaba de tener vigencia entonces la sentencia del poeta José Mármol “ni el polvo de sus huesos esta tierra tendrá”.

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Luego de la batalla de Caseros (1852), Rosas había emigrado a Inglaterra, país en el vivió hasta su muerte ocurrida el 14 de marzo de 1877. En su testamento dejó establecido lo siguiente: “Art. 3: Mi funeral, debe ser solamente una misa rezada, sin pompa ni aparato alguno; Art. 4: Mi cadáver será sepultado en el Cementerio Católico de Souhtampton, en una sepultura moderada, sin lujo de clase alguna, pero sólida, segura, y decente, si es que hay cómo hacerlo así con mis bienes, sin ningún perjuicio de mis herederos”, y agrega en un codicilo posterior (en 1873) que sería “hasta que en mi patria se reconozca y acuerde por el gobierno la justicia debida a mis servicios”.

Las pasiones que su figura suscitara en vida continuaron luego de su muerte a pesar del paso del tiempo. Será recién con la aparición del revisionismo histórico en las primeras décadas del siglo XX y con la creación del Instituto Juan Manuel de Rosas en 1938 (integrado por el General Iturbide, los historiadores Irazusta y José María Rosa, y Manuel de Anchorena entre otros) que cobra fuerza la organización de la repatriación de los restos de Rosas con la formación de un Comité presidido por Manuel de Anchorena como descendiente directo del Restaurador.

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El Comité Pro-repatriación recurre a Juan Perón durante su presidencia -y luego en su exilio- para lograr su objetivo. Por ello, cuando Perón vuelve a la presidencia en 1973, nombra a Anchorena embajador en Inglaterra, siendo uno de sus encargos principales: repatriar los restos de Juan Manuel de Rosas. La muerte de Perón, al año siguiente, truncó las expectativas de repatriación y durante el gobierno de la última dictadura militar el tema no fue tenido en cuenta. Con la vuelta a la democracia, y posiblemente a causa de la vigencia de la antinomia rosismo-antirosismo, durante la presidencia de Alfonsín la solicitud de repatriación no prosperó.

En cambio, palabras del discurso inaugural del Presidente Menem, en julio de 1989, presagiaron vientos favorables: “Yo proclamo solemnemente ante mi pueblo, que a partir de este momento se inicia el tiempo del reencuentro entre todos los argentinos (…) Se terminó el país del ‘todos contra todos’. Comienza el país del ‘todos junto a todos’ (…) Yo quiero ser el presidente de la Argentina de Rosas y de Sarmiento, de Mitre y de Facundo”, expresó al asumir su mandato. Por lo tanto, Menem respaldó al Comité de Repatriación. Es así que los ingleses acordaron permitir la exhumación y traslado de los restos de Rosas.

Enseguida fue nombrada una comisión oficial que iría a Inglaterra para traerlos. La integraban: Julio Mera Figueroa, Manuel de Anchorena, Martín Silva Garretón, y José María Soaje Pinto, entre otros. Llegó a Inglaterra también una “delegación popular” de personas que viajaron por su cuenta para acompañar la repatriación, entre los que estaban Juan Manuel Soaje Pinto, hermano de delegado oficial, y el cantante Roberto Rimoldi Fraga, famoso por sus canciones nacionalistas y rosistas.

Finalmente, a las 3 de la tarde del 21 de septiembre de 1989, el cuerpo de Rosas fue exhumado en el cementerio de Southampton. Su féretro, cubierto con la misma bandera nacional que había ondeado en la Embajada Argentina de Londres durante la Guerra de las Malvinas, abordó un avión, y junto a la Comisión se dirigieron hacia Francia. Cuando penetraron el espacio aéreo francés, los franceses le rindieron los honores de cabeza de Estado: honores militares completos, la bandera francesa a media asta y alfombra roja. El equipo de repatriación permaneció en Francia por unos días mientras los restos de Rosas eran cambiados a un nuevo féretro, ahora cubierto por la bandera argentina y el poncho rojo rosista.

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La última etapa del viaje comenzó el 29 de septiembre. Luego de dejar Francia, el avión militar hizo escala en las Islas Canarias y llegó a Recife, Brasil, a las 2:30 de la madrugada del día siguiente, sábado 30 de septiembre, momento memorable por cuanto sus restos volvían a tocar suelo americano luego de 137 años de exilio.

De esta manera arriba a nuestro país aquel sábado 30 a las 8:25 al Aeropuerto Internacional de Fisherton, en Rosario, provincia de Santa Fe. ¿Por qué a Rosario? Para tomar su repatriación como símbolo de unidad nacional, como una convocatoria a la unidad argentina en el pasado y en presente al amparo de la Bandera Nacional.

Rosas volvía a tocar suelo argentino. Quedaba rota la “maldición” del poeta.

En el aeropuerto, con la presencia de autoridades de todos los órdenes, el féretro fue subido a un helicóptero rumbo a la base rosarina de Prefectura Naval Argentina. Para desde allí, y sobre una cureña militar, recorrer una corta distancia hasta el Monumento ala Bandera, acompañado por sus descendientes directos (siete tataranietos) en una Rosario totalmente embanderada y colmada de gente.

A las 10.30 llegan los restos al altar levantado frente al Monumento a la Bandera. Tienelugar una misa a cargo del Arzobispo de Rosario, Monseñor López. Luego el Presidente Menem y su esposa descubren una placa conmemorativa. Los discursos de rigor estuvieron a cargo de Carlos Ortiz de Rosas, emocionado tataranieto de Juan Manuel, y del Presidente Menem (el primer discurso de su mandato).

“¿Es posible construir una patria sobre el odio entre hermanos? ¿Es posible la Argentinasi continuamos desgarrándonos sobre nuestras viejas heridas? ¿Es posible una nueva y gloriosa Nación si se la basa en los falsos pilares de la discordia, de la desunión y la lucha fratricida? (…) Por eso, al darle la bienvenida al brigadier general don Juan Manuel de Rosas también estamos despidiendo a un país viejo, malgastado, anacrónico, absurdo”, expresaba Menem. La intención de unidad nacional hacia el pasado y presente argentino que tiene el presidente queda totalmente remarcada al recordar la frase de José Hernández, “a veces saber olvidar también es tener memoria” y los conocidos versos del Martín Fierro sobre la importancia de la unidad entre hermanos.

A continuación, la cureña con los restos de Rosas, escoltada por alumnos de la escuela más antigua y más reciente de Rosario, seguida por autoridades e innumerables personas que arrojaban claveles rojos a su paso, recorren escasos metros hasta el patrullero de la FF. AA “Murature”, en el cual es depositado el féretro para emprender viaje aguas del Paraná abajo hacia la ciudad de Buenos Aires.

Miles de personas rindieron honor a Rosas desde las orillas del río mientras pasaba la flota. A l altura de la Vuelta de Obligado, las tres ramas de las Fuerzas Armadas saludaron a Rosas con cañonazos y pasaje de aviones. En San Pedro se detuvieron, cadetes militares subieron a la nave y presentaron trozos de las cadenas que se habían usado en la batalla de Obligado. Luego retoman su rumbo hacia la capital del país a la cual llegarán triunfalmente el 1 de octubre.

Aguardando la llegada de Rosas en el puerto de Buenos Aires había una multitud. Se iniciaba entonces un desfile impresionante que lo acompañaría a lo largo de las cincuenta y cinco cuadras camino al cementerio de La Recoleta, destino de su reposo eterno.

Una carroza militar llevó el féretro. La escoltaban: el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, personal de la Policía Federal vestidos con los uniformes de la época de Rosas, una formación simbólica de “unitarios” -los ardientes enemigos de Rosas-, el Presidente Menem, su gabinete, y otros oficiales del gobierno, muchos de los descendientes de los grandes generales del siglo XIX que se opusieron a Rosas en vida, y se calcula que cinco mil gauchos provenientes de varias partes de Argentina y Uruguay llevaban la retaguardia. Miembros del Comité Pro-repatriación también participaron de la procesión: Manuel de Anchorena montó a caballo, como lo hizo su hijo montado en un caballo negro adornado con parafernalia de la era rosista. Otro hermoso animal, sin jinete, caminó en medio del desfile, vestido con el poncho rojo que simbolizaba las huestes del brigadier general. Anchorena estimó que más de un millón de personas se alinearon a lo largo del camino hacia el Cementerio de La Recoleta, aunque la cobertura televisiva se limitó a la recepción en el puerto de Buenos Aires y a la entrada al cementerio. El desfile fue ignorado.

Llegados al cementerio, los restos fueron depositados en la bóveda de los Ortiz de Rozas, estando el responso a cargo del Padre Alberto Ezcurra, descendiente de la esposa del Restaurador, quien destacó la importancia de la fecha, expresando: “Te damos gracias Dios porque Juan Manuel ha encontrado un lugar no solo en el suelo de su Patria, sino también en el corazón del Pueblo. (…) Te pedimos que nos des la gracia de construir una Argentina mirando hacia las profundas raíces, hacia los valores espirituales, culturales y tradicionales de nuestra Patria y no los que vienen importados desde afuera, hacia las ideologías, hacia los imperios que Juan Manuel enfrentó sin ceder ante ellos”.

El féretro fue simplemente cubierto con la bandera nacional. Como Juan Manuel quería, sin lujo no ostentación.

La presidencia de Menem tendrá otros momentos de reconocimiento a la figura de Rosas: con el comienzo del nuevo sistema monetario, Rosas apareció en el billete de 20 pesos; y la inauguración de un monumento a Rosas en la Plaza intendente Seeber en Buenos Aires. Durante la presidencia de Cristina F. de Kichner será reconocido feriado el 20 de noviembre, Día de la Soberanía Nacional, aniversario de la batalla de Vuelta de Obligado y construido un nuevo monumento-museo en el sitio de la batalla.

Sin embargo, y a pesar de todo lo expuesto, hoy, a 27 años de aquel memorable 30 de septiembre de 1989,  la unidad nacional, la construcción de la Argentina entre todos aún no ha sido lograda totalmente. Por diversas causas que no vienen al caso enumerar los hermanos no están unidos. Los hermanos siguen peleando y el peligro de ser devorados por los de afuera sigue latente.

Es por ello que recordar la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas puede ayudarnos en este año del Bicentenario de la Independencia Nacional a lograr la tan ansiada unidad de todos los argentinos.

 

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