Oscar Dinova con Eduardo Sacheri

Por Oscar Dinova – Libros, Cine y alguna vieja hermosa historia
“No creo que sea el destino el que cruce las vidas”
(Eduardo Sacheri, (en Lo mucho que te amé)

Hace ya unos veinte años mudaba mi lugar de profesor, del CEPT N°2 al N°17 en Ireneo Portela, Baradero.
Eran 115 km. desde Mercedes, mi domicilio.
Para amenizar el viaje de vuelta, la radio. Y en la radio, Alejandro Apo y sus infaltables cuentos de fútbol. Un nuevo escritor cubrió muchas veces esa distancia; Eduardo Sacheri con «Esperándolo a Tito», «Lo raro vino después», «Un viejo se puso de pie» y tantos otros. Un placer.
Pasó el tiempo. En una velada que asomaba lánguida e intrascendente le propongo a mis alumnos «hacer algo diferente». En mi bolso de permanencia nocturna, un libro de Sacheri.
Les leo, perdón, les interpreto. Se enamoran del momento, que deviene permanente. Unos años después, no alcanza la literatura narrada y empezamos con el cine.
Una película por semana. Una variante cultural que en las escuelas de alternancia tiene lugar sin inconveniente. Algo de su magia.
Me despido al jubilarme con «El Secreto de sus ojos». Lo que teníamos en los ojos eran lágrimas. La hora de cine sigue ahí, vigente.
El tiempo siguió pasando. Escribí mis propios libros, recorrí las escuelas contando mis propios Cuentos. Una forma sencilla de ser feliz.
Este pasado lunes me invitan a participar de la jornada de Cine Argentino en las Escuelas, con… Eduardo Sacheri como estandarte.
Me acerqué a mi primer hogar de alternancia en S.A de Giles. Le obsequiamos a Eduardo un ejemplar firmado de; «El Tren de la Vida», donde se refugian los cuentos; «Quince Minutos» y «Tizas en el Andén», uno del club favorito de Sacheri; Independiente y el segundo que narra la vida cotidiana en un CEPT de la provincia de Buenos Aires.
Esa vida que les permite, talleres informales de lectura, cine, o visitas insignes de hacedores de cultura. Algo, repito, algo de su magia.
20 años después de leer sus libros a nuestros chicos nos encontramos. Es cierto, entonces, que «no es el destino que cruza a las vidas», sino la forma de construir ese destino. Apostando a la educación, por ejemplo.
Gracias Eduardo, valió la pena esperarte.

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