Aguas que pasan… (y se salinizan en el mar)

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Por S.O.S Hábitat / 

Se calcula que para los 7.000 millones de habitantes de nuestro planeta a los que  hemos llegado, se necesitaría ya un 20% más de agua que la disponible.

El Instituto Internacional del Agua de Estocolmo, informa que ya hay 1.400 millones de personas en el mundo que viven en áreas abastecidas por ríos que se están secando, mientras que otros 1.000 millones carecen de acceso al agua potable, y alrededor de 840 millones no tienen saneamiento.

Estudios de la FAO, por su parte, revelan que el consumo de agua se multiplicó seis  veces a lo largo del último siglo, representando el doble de lo que creció la población.

Según la ONU, para el año 2017 (solo faltan dos años), cerca del 70% de la población global tendrá problemas para acceder al agua dulce, y para 2025 (a solo 10 años), aproximadamente el 40% de la población mundial vivirá en regiones donde escasea el recurso; y que más de 2200 millones de habitantes de los países subdesarrollados, la mayoría niños, mueren todos los años de enfermedades relacionadas con la falta de agua potable, un saneamiento adecuado e higiene.

El acceso al agua es uno de los mayores desafíos que enfrenta hoy el mundo por lo que debemos sumarnos a la concientización sobre el consumo racional de ese líquido tan vital, asegurando que las futuras generaciones puedan disfrutar de ese recurso natural, que debe ser considerado como un bien social relacionado íntimamente con el derecho a la vida.

En nuestra ciudad, adonde como en la mayoría del resto de nuestro país, ignoramos las reservas que poseemos de este vital elemento en nuestro subsuelo, sí sabemos de las importantes pérdidas que sufrimos debido a sistemas obsoletos de distribución que por estar cubiertos no vemos.

Pero también existen las pérdidas bien visibles, como por ejemplo el vuelco de millones de litros de agua al río Lujan, a la vera del puente que llamamos de Dicatarina, en la prolongación de la avenida 29, que fluye desde hace muchísimos meses por un canal aledaño al viejo camino a la estancia Santa Catalina, y ve la luz llegando al río.

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