Y el campo quiere más…y más…y más

Por Sebastian Varceló

¿Cuál es la diferencia entre un acto piquetero que corta una ruta para solicitar trabajo y un cese de actividades del campo como manifestación social? Según la forma ninguna, ambos toman medidas extremas para reclamar, en el contenido, mucho. Unos piden pan y trabajo, los otros, mayores ganancias. Ampliemos algo: “El campo” no está en crisis, no tiene pérdidas, remates o rendimientos menores como tampoco bajos precios de venta, por el contrario, están en picos históricos.

En el denominado campo hay que separar entre los grandes capitales, concentrados o no, y los pequeños productores débiles ante las estructuras del gran capital. No es lo mismo, sin embargo, quienes convocan y llaman ahora al cese de actividades son, justamente, quienes más tienen. No lo hacen por una cuestión de conciencia hacia los más pequeños, por el contrario, si pudiesen comprarle sus propiedades lo harían inmediatamente o no bien el precio les convenga. Lo que reclaman, en rigor, no es nada a favor del desarrollo nacional, sino, sencillamente, una mayor ganancia. En otras palabras: mayor acumulación de capital dentro de una lucha por posicionarse internamente. Otro dirían: lucha inter burguesa. Interna del capital.

En el capitalismo lo que importa es la competencia y la eliminación de las trabas para la acumulación privada. Para ciertos sectores del campo pueden ser productores más pequeños o el Estado. En este caso lo que quieren es pujar por la capacidad de decidir que tiene el Estado Nacional. No importa para nosotros quién está en el gobierno, sino, qué rol desempaña el Estado en la sociedad, si de proteger al gran capital o de extender sus redes de protección social

Actualmente las asociaciones que se presentan como defensoras del campo han sido vinculadas a la época más sangrienta del país, la dictadura militar, donde se manejaban cómodamente, al igual que en los noventa siendo los mayores momentos de achicamiento del rol de Estado en beneficios sociales y de mayor expansión del denominado mercado como elemento decisor.

Hoy, con ganancias extraordinarias, con una acumulación del capital impactante para cualquiera, vuelven a reclamar. A pedir más y más ganancias a la par que luchan en un propio (re) posicionamiento.

Esta situación es normal y está a tono con el capitalismo. No nos sorprende, pero, indudablemente, suena este reclamo a tomada de pelo para la mayoría de la población que no es ciega ante el crecimiento económico del sector preguntándose muy inocentemente ¿Qué más quiere el campo? O, mejor dicho, un sector capitalista agrario que actualmente llama al cese de actividades.

Indudablemente lo que quiere es el control de los recursos del Estado, sus herramientas de gestión social, de distribución de la riqueza y de posicionamiento en el espacio capitalista.

La mención inicial a los piquetes es para mostrar que, si el espacio obrero hace huelga o reclama, se los considera carentes de ganar de trabajar y progresar, en cambio, cuando el gran propietario lo hace, se lo presenta como acto necesario y vital para el desarrollo nacional. A las claras no es así.

Este nuevo cese de ventas, esta protesta del campo, es, por enésima vez, un acto en pos de las rentabilidades capitalistas.

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