“A Puerta Cerrada”: Una experiencia existencial

Por Susana Spano – Jean Paul Sartre fue el creador del “existencialismo”, un movimiento filosófico que postula que la existencia del hombre, como individuo libre, es el factor fundamental de la vida. Pero esa libertad no es ninguna ayuda para él; por el contrario, es una fuente de angustia y terror. Comprendiendo, aunque sea vagamente, su papel de agente libre y moralmente responsable de sus actos, el individuo se siente un extraño en un mundo ajeno. No puede confiar en un Dios benevolente, o en un universo guiado por un fin, ya que, según Sartre, todas estas ideas han sido reducidas a ficciones por la ciencia moderna pero la existencia humana no es, a diferencia de los objetos de la ciencia, un objeto.

El elenco Rompecabezas se presenta en la Biblioteca Sarmiento

En el hombre la existencia precede a la esencia y su acción tiene como fundamento la libertad: la existencia humana consiste en la libertad. El hombre es libre, pues, en la medida en que no se identifique con el mundo de las cosas.

Pero Sartre no se limita a teorizar sobre estos aspectos sino que va más allá, acudiendo a un recurso que le permitirá mostrar a sus pensamientos en acción: “el teatro”. En él puede elegir la situación conveniente para exponer a un personaje, que estará obligado a responder de determinada manera.

El ejemplo más claro de lo que afirmamos se pone de manifiesto en: “A Puerta Cerrada”.

La pieza narra la historia de tres vidas, tres existencias concretas, cuyas personalidades opuestas aparecen sobre un escenario en el que el espectador solo contemplará desde afuera, estableciendo una clara distancia entre lo presentado y lo que uno ve como un mundo cerrado sobre sí mismo, inaccesible.

“A Puerta Cerrada” se representó por primera vez en el teatro del Vieux Colombier en mayo de 1944, a punto de concluir la Segunda Guerra Mundial , y apenas un año después de publicar su influyente obra: ‘El ser y la nada’ (1943).

El Grupo “Rompecabezas” subió a escena, en la Biblioteca Sarmiento, una adaptación de esta importante pieza teatral en la que se advierten algunos cambios originales:

·       La ambientación de la pieza comienza desde el hall de entrada de la Biblioteca – a través de la iluminación y el decorado –

·       La obra es introducida por el monólogo de un personaje llamado “El Servidor” – Marcos Tabossi – que, a modo de introito, expone el pensmieto sartreano, aludiendo distintos textos del autor.

·       La acción no transcurre en tiempos de guerra.

A partir de este momento, comenzarán a entrar, uno por vez, los tres personajes que tienen a su cargo la obra: Garcín – Mariano Anido – , Inés – Paula Duro – y Estelle – Laly Fraiese –

Si bien los tres personajes fueron ideados por Sartre para que ninguno desaparezca de escena, con la intención de que ninguno tenga un papel inferior al del otro. A pesar de ello, es evidente que la mayor densidad filosófica de la obra, se alcanza en la dialéctica que atraviesa la relación: Garcín –  Inés, mientras que el papel de Estelle resulta más anecdótico

Los personajes se encuentran irremediablemente ligados, los unos a los otros. El aislamiento no es posible, en el espacio que propone Sartre en la obra,  por lo que la única posible salida al conflicto es la llamada a la colaboración intersubjetiva.

Cuando cada uno de ellos es capaz de verbalizar el porqué está allí y se muestra en toda su descarnada miseria, cuando su ser ha quedado definitivamente al descubierto, la ayuda mutua se apunta como una posible salida, a través de una significativa frase de Garcín

 

«Ninguno de nosotros puede salvarse solo”

Sin embargo la propuesta choca contra la negativa de Inés, que expresa más adelante:

 

«Haría mejor en ocuparse de sus asuntos».

Es decir, no hay posibles asuntos colectivos que permitieran una acción unificada.

Garcín, finalmente desiste; no es posible la conversión del otro cuando éste se niega a ser salvado.

Los tres deciden quedarse en ese mundo cerrado y opresivo, donde se buscan recíprocamente, en un afán desmedido por hacerse una ilusión sobre sí mismos.

El desarrollo de la situación invita a los personajes a una profunda reflexión en la cual romper con la mirada del otro. “El otro es el ser en cuya mirada me reconozco en una situación. Solo a través de la mirada del otro puedo captar la estructura de mi ser”.

Finalmente comprenden que se necesitan y como para Sartre, en la realidad humana “ser” es elegirse, eligen quedarse juntos pues, como repite desde lejos El Servidor, en una de las frases de Sartre que más y mejor sintetizan su filosofía existencialista,

 

“El Infierno son los Otros”.

Carolina Azcurra, directora de la pieza, realizó un excelente trabajo de puesta y dirección actoral. La ambientación y las luces  – de Umbral Producciones – lograron un clima que mostró total consonancia con el planteo de Sartre para la obra.

Destacables algunos momentos de la pieza en que utilizó recursos expresivos que prestaron un marco sugerente y dieron relieve a la puesta, como también la elección del vestuario que fue insinuante y adecuado.

Marcos Tabossi fue un Servidor que cumplió perfectamente con su papel de moderno “Cervero”, desde lo actitudinal y gestual, pasando por el convincente e intenso parlamento inicial, hasta su magnífico cierre.

Mariano Anido logró transmitir un magnífico Garcin mostrando su compromiso con el personaje. Su buen manejo corporal le dio fuerza a la interpretación, como también el despliegue de recursos expresivos que utilizó, para transmitir los distintos estados de ánimo que éste atraviesa: la cortesía, el silencio, la ayuda, la ira y un tenue esbozo de intersubjetividad que intenta ensayar con Inés, y ella desbarata

Paula Dura, compuso a una Inés  dura e inflexible  que denota la  imposibilidad de relación con los otros. Su conflictividad estuvo bien planteada por Duro, que tuvo momentos realmente muy buenos, igual que cuando jugó en escena la  homosexualidad del personaje, en su intento de seducción a Estelle

Laly Fraiese fue una Estelle refinada en el comienzo, que se transforma en un verdadero monstruo cuando confiesa su pecado y, sin transición, pasa a la violencia, en su enfrentamiento con Inés.

Su actuación tuvo momentos muy logrados en las escenas más jugadas que el texto propone.

El Grupo “Rompecabezas” brinda en la Biblioteca Sarmiento, una digna versión de la obra de Jean Paul Sartre “A Puerta Cerrada”, con destacadas actuaciones y una excelente puesta y dirección de  Carolina Azcurra.

Próximas funciones:  24 de noviembre y 1 de diciembre a las 21.00, en le Biblioteca Sarmiento

 

 

 

 

 

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