Maratón de lectura en el Colegio San Antonio

Por Oscar Dinova – «Una buena manera de aprender es siendo feliz». Fue el mejor modo de verse nuevamente. Fue la propuesta adecuada para honrar a las clases presenciales que tanto extrañamos. Y fue la idea perfecta que rescató de este largo silencio a mis historias, mis libros y también a su autor.

Luego de casi dos años sin recorrer escuelas, -sólo haciendo Charlas por Zoom-, el Colegio San Antonio de Padua, de la mano de su maestra de Grado, Sandra González, me convocó este Martes 28 de Setiembre, para una Maratón de Lectura en el querido colegio mercedino.

Los anfitriones eran los chicos y chicas del 5to grado que nos recibieron con la mejor de las sonrisas y una ansiedad propia de la edad. Sentados en el piso ahí estaban, cumpliendo con los cuidados del caso. ¡¡Qué momento!!

Nada mejor para la ocasión que nos acompañaran Los Cuentos del Abuelo. Esas historias que un nono le cuenta a sus nietos sobre personajes, anécdotas y lugares mercedinos de sus años mozos.

Me acompañan desde hace diez años y cada vez que abro sus páginas, están ahí para hacer las delicias de todos, también emocionarnos. En esta ocasión el protagonista fue «El Loco del Maletín», ese misterioso personaje que habitó nuestras infancias de la calle 16 y fue figura central del tremendo percance que ocurriera cuando a ese bendito lechón se le ocurre ocupar el lugar de arquero en aquella tremebunda final en el Maracanito, el potrero del barrio.

Fue una tarde mágica, donde la maestra y sus alumnos se dejaron llevar por el relato, viajaron en el tiempo, sufrieron y rieron con todos los actores de aquella increíble tarde de travesuras, angustia, amistad y suspenso.

Sufrieron cuando el dueño de la pelota quedó solo, rieron hasta las lágrimas cuando la mamá los llamó, -a voz en cuello- a tomar la leche, respiraron aliviados cuando la cosa empezó a mejorar, hicieron el pan-queso, pan-queso, actuaron de postes, tocaron timbres, aplaudieron como los Tres Chiflados, etc, etc…

Tienen una buena maestra, una amiga, que se emociona a rostro abierto junto a ellos. Son una clase fantástica, pibes de oro, escucharon con el corazón, miraron con el alma. Fueron respetuosos protagonistas de la Maratón. Con los pies ligeros de sus once años, lograron que cada personaje estuviese ahí, que cada momento existiese, que la vida fluya.

Eso amigos… es magia pura.

Gracias a la Institución y a su Directora Mabel Siri por el respaldo a estas iniciativas. Fuimos, junto a mi esposa, Diana Manos, -la fotógrafa- muy felices. Tanto más, sabiendo que nuestra nieta, Naiara, fue la «insistente» promotora de este Taller. Verla sentada, en primera fila fue uno de los regalos más grandes que tuve en mis más de 70 Talleres escolares. Y saberla estudiando en tan excelente ámbito nos hace doblemente felices.

¡Qué se repita! ¡Queda mucho por leer todavía!

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