Una fiesta en Celeste y Blanco

“La gloria no es otra cosa que un gran rumor de viento en los oídos.” (Boecio, poeta latino)

Como si debiéramos forzosamente sufrir, ayer los argentinos retuvimos el aliento durante la última hora de una contienda épica, insobornable, jugada con el alma en el terreno y el corazón en cada respiración contenida.

Ya no entraba un solo gramo de angustia en estas miradas de América del Sur, nos pasaban los años por enfrente de la pantalla, algunos venían de décadas ya distantes, otros, de algunas jóvenes frustraciones. Nos íbamos hermanando en esas pulsaciones como un tejido de sentimientos que está a punto de terminarse pero que nunca llega.

“Ningún camino de flores conduce a la gloria”, escribía La Fontaine hace tres siglos. Me pregunto cómo pudo ser tan certero sin haber vivido esta final. Pero ya está, el último penal entra y las almas argentinas explotaron hacia todos los rumbos pero en una sola dirección; las plazas y avenidas de la Patria.

En mi pago, Mercedes, las calles hormigueaban su color albiceleste; niños, mayores, maltrechos y bien portantes, en moto, a pie, en vehículos, todos surcaban sus sueños con una sola meta; encontrarse con los otros. Y la Plaza San Martín explotó de algarabía, de sonrisas, de emociones.

Se vistió color del cielo.

Todos, sin importar los pasados y presentes de cada uno, mezclados como hace tanto tiempo no disfrutábamos. Cada uno festejaba con los maquillajes y ropajes que había elegido, algo más fuerte que nosotros mismos nos hermanaba, sacaba lo mejor de cada uno y lo ofrecía a los demás.

Sabemos que los dolores vuelven, que los problemas subsisten, que el mañana regresa con su carga de preocupaciones. Que queda tanto para ser una sociedad mejor y más justa.

Pero el pueblo tuvo su fiesta, perdón… el pueblo fue la fiesta. Muchos debieran aprender de esta jornada. Que nada se logra sin esfuerzo, que hay algo más grande que nos envuelve a todos.

Que el futuro puede ser mejor si nos unimos, etc, etc.

Es posible que la gloria sea en definitiva un gran rumor de viento en los oídos, y ayer sentimos soplar ese vendaval… la gente en las calles al grito de; ¡Argentina, Argentina!

Que sigamos en ese rumbo, por todo lo que falta hacer.

Que sigamos mucho tiempo. Ayer pareció amanecer.

Oscar Dinova, Texto
Diana Manos, Fotografías

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