Reeditan una obra clave de Enrique Rapela, uno de los grandes ilustradores del gaucho y sus paisajes

Por Bichos de Campo – El gaucho está dibujado. Es literal. La editorial El Ateneo acaba de publicar un hermoso libro de Enrique Rapela que es una suerte de diccionario ilustrado sobre el gaucho, su cultira, su trabajo y su entorno.

El libro se llama Conozcamos lo nuestro  y se presenta como “un homenaje ilustrado al gaucho”. Sin duda que lo es. Los textos y los dibujos de gran calidad testimonial e histórica son de Enrique Rapela, quien vivió entre 1911 y 1978 y conoció bien a los gauchos y los admiró por sus habilidades, sus costumbres, su lealtad.

Rapela fue un autodidacta que representó con palabras y dibujos ese mundo fascinante, pero desconocido para muchos, sobre todo en estas épocas. Su primera historieta gauchesca apareció en 1939 en el diario La Razón: “Cirilo el Audaz”. “El Huinca” se publicó en Patoruzito en 1957; “Fabián Leyes”, en La Prensa en 1964, y “Cirilo el Argentino”, en 1963 para Editorial Columba. En diversas revistas fue publicando reflexiones didácticas sobre el origen de ciertas palabras, así como dibujos explicativos.

Conozcamos lo nuestro, a la que se presenta ahora como “una singular enciclopedia de terminología campestre”, reunió esta producción en tres tomos en 1977, y en ediciones posteriores.

Los textos, que además han sido traducidos simultáneamente al idioma inglés, aparecieron originalmente en tres fascículos. Para esta edición han sido organizados en capítulos y partes temáticas, conservando su estilo y minuciosidad. Junto con las magistrales ilustraciones, conforman una obra única e imperdible.

-¿Por qué sintió que había que reeditar este trabajo?- preguntó Bichos de Campo a Felipe Gruneisen, quien implementó el proyecto para editorial El Ateneo.

-Decidimos emprender este proyecto porque tenemos pasión por la cultura argentina. Lo gauchesco, criollo, campero forma gran parte de nuestra formidable cultura y este es un homenaje a todo eso. Creemos también que se están perdiendo muchas tradiciones/oficios rurales y en esta reedición las estamos poniendo sobre el tapete nuevamente. Por otro lado, hay bastante ignorancia respecto del mundo rural y esta es una forma de acercar el campo a las ciudades o a gente que desconoce ese ambiente.

-¿Y cómo surgió la idea?

-Repasando publicaciones campestres en librerías de usados, nos topamos con los tres fascículos que realizó Enrique Rapela en los setentas. Estaban deteriorados y no muy tentadores para comprarlos. Leyendo el índice nos dimos cuenta de que tocaba un montón de conceptos relevantes y que queríamos comunicarlos en la actualidad. Con una mejor presentación y una prosa más contemporánea pensamos que sería más vendible y fácil de dar a conocer.

-Podría contarnos brevemente quien fue Rapela y cual era su relación con el medio agropecuario…

-Enrique José Rapela nació en abril de 1911 en Mercedes, provincia de Buenos Aires. Creció aprendiendo las tareas rurales y las costumbres del hombre de campo, y administró la estancia La Carolina, en Roque Pérez. Autodidacta, fue un apasionado emprendedor, guionista, dibujante, editor, escritor e historiador. Realizó exposiciones como acuarelista, ilustró libros, y sus trabajos aparecieron en almanaques, tarjetas postales y hasta en cajas de fósforos.

-¿Cuál es el valor que tiene el libro y el trabajo de Rapela?

La capacidad de explicar en dibujos y palabras un montón de conceptos de manera simple y amena. Además dar a conocer todo lo que al guacho atañe es necesario para que las generaciones actuales lo recuerden y las venideras lo sepan. Al conocerlo mejor, aprenderemos a respetarlo como merece.

Carolina Cabral Rapela, la nieta del ilustrador, nos contó un poco más quién era este retratista de los gauchos. “Conocí a mi abuelo y disfruté una infancia alegre con sus juegos de indios armando nosotros mismos los arcos y flechas. Compartíamos el amor por los caballos y los disfrutábamos juntos en su quinta de Gral. Rodríguez. Amaba sentarme junto a él y verlo dibujar y pintar. Un hombre divertido que no dudaba en disfrazarse y actuar sólo para entretenerme. Cariñoso y protector. Le encantaba el Correcaminos, que solíamos ver juntos a la hora del té. Pasaría horas recordando momentos juntos. Se fue joven, pero dejó mucho. Sobre todo la enseñanza de ser honesto, dedicado y noble por sobre todas las cosas”.

-¿Y de dónde crees que surge esa obsesión de tu abuelo por la figura del gaucho?- preguntamos a Carolina.

-Yo diría que mi abuelo fue un gran nacionalista, que evocaba en su quehacer diario nuestras costumbres y raíces y al gaucho lo admiraba en algún sentido. Creo que admiraba su inteligencia para de la nada y con nada solucionar los problemas cotidianos que se le presentaban, dejando “inventos ” que hasta hoy se usan en el campo. Pero lo admiraba más por su nobleza y valentía. Se negó a aceptar una corriente socio política que buscaba denostar nuestras raíces y resaltó la figura del gaucho como el origen de ése hombre trabajador de sol a sol que aún hoy, aunque sin bombachas y alpargatas, sigue haciendo a éste país día a día en nuestros campos de tan distintas geografías, pero siempre nuestros; argentinos

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