Un lugar para Jhonny

Jhonny

Se acerca a grandes zancadas el Día de la Primavera.

Y contrariamente a otras épocas que añoramos, lo primero que aparece son preocupaciones. No felicidad. No ansiedad para que el tiempo vuele más rápido. No ideas originales para embellecer más, ese día de por sí único. No. Preocupaciones.

Signo de los tiempos. Casi sin darnos cuenta, ha ocurrido la extraña alquimia de cambiar oro por barro, alegría por tristeza, amistad por enfrentamientos, compartir por encerrarnos, ternura por crispación y además; montañas de dinero por sencillez y buena onda.

Signo de los tiempos. Quizás debamos un día de estos detenernos a pensar qué nos pasa, qué no hemos hablado con nuestros hijos en el momento oportuno, qué no les hemos mostrado o contado. Qué NO, no les hemos dicho a tiempo.

Un día de estos, -más bien pronto-, deberíamos sentarnos a reflexionar sobre todo esto.

Pero hoy, es tiempo que nos acordemos de Johnny.

Ese gordote que quizo “robar” un poco de música de una quinta que no era la “suya”. Un pibe que encontró en un mal momento a otros pibes que lo tomaron como un enemigo.

Un chico, de los de hoy, que no encontró ayuda a tiempo. Una tragedia absurda.

Pero Johnny vive. Vive en el recuerdo de su familia. Y más aún, en su lucha por justicia.

Los invitamos, siquiera por un instante a ponerse en la piel de esos padres. Su mayor alivio sería que se haga Justicia. No la vida de su hijo, porque esos milagros no ocurren.

Su paz sería una investigación judicial sin fisuras y un veredicto con todas las garantías.

No un hijo de regreso a su casa. No.

Justicia. No la deberían exigir.

Pero lo están haciendo, sin descanso. ¿Nos extraña esto?

Y en esta lucha, es clave, que éste 21 de setiembre se preserve la zona donde ocurrieron los hechos que produjeron la muerte de Johnny Villalba, incluída la quinta dónde él estuvo.

Aún no se ha hecho la reconstrucción y salvarguardar este lugar es fundamental.

No es mucho pedir, que este año, nuestros hijos se diviertan en otro lugar.

No deberíamos olvidar que, mientras casi todos festejan, su familia y amigos cumplen el duelo por el primer año de su asesinato.

Johnny necesita un lugar. Un lugar en nuestros corazones.

Si no lo hacemos, estarán más vacíos y habremos dejado escapar una oportunidad de mostrar las verdaderas prioridades, a los Johnnys, que viven en cada casa.

Un lugar en nuestros corazones. No es mucho pedir…

¿O sí?

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