DE MI MADRE † Nelly Conde de Dinova, in memoriam

Por Oscar Dinova* –  (De nuevo en sus brazos volver a ser niño; vivir como sólo se vive una vez)

Este jueves, 28 de Noviembre, bien temprano de madrugada, se fue mamá, Nelly Conde de Dinova a sus -casi- 89 años. Fue una mujer íntegra, que hizo de la bondad una forma de vida y que tenía como únicas armas su alegría y sus maneras suaves y delicadas.

Había nacido el 22 de Diciembre de 1929, de padres tamberos, en Tuyutí. Cuando era bien niña, sus papás la enviaron a Gral Rivas para poder estudiar y escapar de las malas condiciones de tan duro trabajo. Aprendió que el amor se puede recibir de todos los que te quieren y que te educan. Nunca le conocimos reproches ni sentimientos mezquinos.

No pudo terminar sus estudios pero aprendió con avidez de todo aquello que la podía hacer crecer, como mujer y como persona. Hasta sus últimos días leyó libros, diarios y preguntaba acerca del mundo y de cuanta duda pudiera sacar algo provechoso.

Practicó como pocos la ideología de la dulzura y la tolerancia, su carta de presentación era una sonrisa y su lema era nunca molestar. Amaba su familia con entera devoción y era para todos un bálsamo donde refugiarse de los dolores y golpes del destino.

Fue una docente de la vida que nos enseñó que con perseverancia, amor y ternura se pueden conseguir los mejores resultados y sacar lo mejor de cada uno. En su transitar nos mostró que la paciencia y la convicción son más poderosas que la prepotencia y la intolerancia. Que sólo nos cuesta años para probarlo.

Había alcanzado la esencia misma de la sabiduría, que es ser solidario con todos los que sufren y que se debe pensar en los demás antes que en sí mismo. Mientras su cuerpo pudo cuidó y protegió a todos aquellos que lo necesitaran, sin retacear esfuerzo, comodidad o su propia salud.

Se fue en paz, rodeada por el amor de seres queridos y amigos, que la mimaron para hacer más dulce su partida. Nadie en el mundo lo tenía más merecido. Nuestra madre hizo más noble a la humanidad y nos hizo mejor a todos los que la conocimos.

La extrañaremos, con tanta intensidad como luminoso fue su corazón.

Chau mamá, nos estamos viendo… tus hijos.

*Oscar Dinova – Escritor

Mamá con Tito y Oscar 1958 1

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